En el artículo anterior, Covid 19 I, decía que una de las cosas que la pandemia que estamos viviendo evidencia es la fragilidad humana. Antes de la pandemia los países más avanzados tecnológicamente se sentían poderosos. Los espectaculares avances tecnológicos nos habían hecho olvidar de la fragilidad y limitaciones humana. Japón, sede de los Juegos Olímpicos 2020, había preparado toda una estructura tecnológica, en qué muchas tareas y servicios tenían que ser realizados por robots. Ha bastado con un virus microscopico para alterar todos estos proyectos, y demostrar que el virus tiene más poder que toda la tecnología y conocimiento acumulado de décadas y siglos. De repente, el ser humano se encuentra indefenso e incapaz de hacer frente a un virus y debe correr a esconderse como quién se encuentra perseguido y desarmado.

Sí, aceptémoslo de una vez y no lo olvidemos: los seres humanos, hombres y mujeres, somos frágiles y vulnerables.

Los seres humanos somos, en primer lugar, seres individuales frágiles y vulnerables y, por tanto, tenemos la responsabilidad y la obligación de cuidarnos. Cuidar de nosotros mism@s, cuidar de nuestra vida es la primera responsabilidad que tenemos, ya que la vida es un don, un regalo, que nos ha sido dado como un potencial que debemos desarrollar. Cada uno es responsable de la vida de que es depositario, de los talentos que le han sido otorgados. Así que podemos afirmar que cuidarnos a nosotros mism@s no es egoísmo, es un ejercicio de responsabilidad.

Además de seres individuales, también somos seres sociales y parte de nuestro planeta. Por lo tanto, también tenemos que estar dispuestos a cuidar a los demás en la medida que lo necesiten y esté en nuestras manos, sin olvidar tener cuidado y respeto por el planeta del que formamos parte.

De todos modos hay que tener claro que la prioridad es cuidar nuestra salud, estar bien con nosotros mism@s, ya que esto nos permitirá poder cuidar a los demás de manera coherente, efectiva y desinteresada, así como del entorno en general. «Nadie da lo que no tiene». Si no estamos bien con nosotros mism@s, si no tenemos paz y bienestar sino que estamos dominados por rencores, envidia u otras formas de malestar físico y / o psíquico, bajo la apariencia de cuidar, corremos el riesgo de proyectar en los demás nuestro malestar interior, y / o de fomentar un altruismo que esconde la expectativa de recibir recompensa.

Como tenemos que cuidarnos?

Cuidarnos no significa complacernos en todo, darnos todos los placeres. Los deseos, las apetencias no siempre responden a cosas que benefician nuestra salud. Los deseos y apetencias pueden ser provocados por conflictos internos, y responder a compensaciones que tienen una función evasiva ante la dificultad y el dolor que conlleva sacar a la luz conflictos que se generaron e instauraron en el pasado, y / o que hemos recibido en herencia. Cuidarnos no siempre resulta fácil y agradable. A veces implica hacer cosas que no nos gustan, incluso, que pueden generar dolor. Para cuidarnos correctamente tenemos que aprender a compaginar la escucha receptiva y atenta del propio cuerpo y de las emociones, y también informarnos de las necesidades que tiene el cuerpo y el resto de aspectos o niveles que nos constituyen como personas. Hay un consenso muy generalizado que subraya algunos aspectos, todos ellos importantes, para poder disfrutar de una buena salud:

  • Alimentación equilibrada. El organismo necesita una alimentación sana, variada y equilibrada. Hay que evitar fanatismos pero es muy importante cuidar la alimentación. Si es posible, deberíamos priorizar las verduras, preferiblemente crudas, y la fruta. Mejor no abusar de los hidratos ni de la fécula ni de la carne roja. Siempre que sea posible, deberíamos priorizar el consumo de productos biológicos, no modificados genéticamente y libres de pesticidas y aditivos tóxicos. También hay que decir que, cuando algo nos apetece mucho y lo comemos con placer, en general nos hará buen provecho, y al revés, un alimento supuestamente sano, si lo comemos con desgano, es posible que no nos siente bien.
  • Ejercicio físico. El organismo es un sistema dinámico y, como tal, necesita movimiento. En relación con el ejercicio, de manera parecida a como puede suceder en la alimentación, también podemos derivar en el fanatismo. Los fanatismos nunca son sanos. El esfuerzo continuado y exagerado de los deportistas de élite es útil en el ámbito competitivo para superar récords, pero no es saludable. El ejercicio saludable es lo que desarrolla un buen tono muscular, es decir, el que tiene en cuenta tanto el esfuerzo como la relajación. Recordemos que la vida es un movimiento cíclico entre actividad – reposo. Así funciona el ritmo cardíaco, que es justamente lo que marca la coherencia cardíaca; así también funciona la respiración y el sistema muscular. Cuando hablamos, pues, de ejercicio físico hablamos tanto de actividad como de reposo. Las prácticas sencillas más aconsejables que atienden este movimiento cíclico de actividad – reposo son caminar, nadar, ir en bicicleta, danza holística, y otros.
  • Prácticas de higiene profunda corporal, emocional y mental. Los seres humanos no somos sólo cuerpo. Somos un sistema, un equipo formado por el cuerpo, las emociones y la mente. Por lo tanto, para disfrutar de una buena salud holística, debemos atender todos estos aspectos. El cuerpo a menudo guarda grabados patrones alterados, recibidos en herencia o instalados a partir de experiencias tempranas de la vida (concepción, gestación, parto, primeros años de vida), o no tan tempranas. El mundo emocional también puede guardar conflictos y carencias que quedaron pendientes en el pasado, y la mente a menudo ha desarrollado estructuras de funcionamiento, que fueron útiles en el pasado, pero que en el presente han perdido vigencia y, en muchos casos, resultan insuficientes para atender y gestionar saludablemente las necesidades del mundo vital y del emocional. Los conflictos de los diferentes niveles son obstáculos que dificultan, interfieren o impiden el fluir de la energía y, como consecuencia, la salud holística del ser humano. Cuando la energía no fluye se producen alteraciones, que pueden manifestarse a nivel corporal, emocional y / o mental, y también pueden interferir en las relaciones sociales y una saludable cooperación con el entorno en general.

Cuidar a los demás

Los seres humanos somos seres individuales, sociales, parte del planeta y del cosmos. Esto quiere decir que no nos podemos desentender de los demás ni de nuestro entorno. Para consolidar el cuidado de nosotros mismos necesitamos un marco social nutritivo, un marco donde poder compartir e intercambiar el conocimiento que extraemos de nuestra propia experiencia personal. El intercambio nos aporta nuevos conocimientos que contribuyen a ampliar y enriquecer nuestra visión de la vida y de la realidad humana. Este intercambio puede ser en cualquier aspecto, incluido el nivel material. Los seres humanos estamos destinados a ser independientes y dependientes a la vez. Tenemos que trabajar para ser personas adultas, autónomas en las necesidades básicas, pero, dado que somos seres sociales, también necesitamos el apoyo y reconocimiento de los demás y, al mismo tiempo, tenemos la misión de ofrecer apoyo a los demás y de cooperar en su proceso de autonomía. No es una buena manera de ayudar a los demás dándoles el pescado, sino contribuyendo para que aprendan a pescar, a ser personas autónomas. Esto no quiere decir que, temporalmente y puntualmente, no podamos dar apoyo material y económico a alguien que pasa por un momento difícil en este aspecto, pero no sería una manera adecuada de ayuda si el apoyo económico se perpetuara sin ningún tipo de intercambio, ya que podría fomentar el acomodo y / o un sentimiento de deuda por parte de la persona a la que se ofrece el apoyo, produciéndose una incoherencia entre el dar y el recibir.

Conclusiones

La experiencia que estamos viviendo evidencia la enorme fragilidad humana y nos invita a asumir más conscientemente la responsabilidad de la propia salud, y también a cooperar en la salud de los demás y del entorno en general.

Para responsabilizarnos de la propia fragilidad humana, tenemos que aprender a cuidarnos en todos los aspectos, teniendo en cuenta que somos un sistema constituido por diferentes aspectos o niveles, que vivimos en sociedad y habitamos en un planeta del que formamos parte . La salud depende del buen funcionamiento de todo este conjunto. Por lo tanto, cuidarnos significa atender el cuerpo, las emociones, la mente, disponer de un núcleo de relaciones sociales recíprocamente nutritivas, y fomentar también la humildad de la mente y la apertura a la trascendencia para liberarla de un exceso de responsabilidad que, a veces, puede sobrepasarla. En el cuidado de la salud no debemos olvidar nunca la dimensión social y planetaria de nuestra existencia. Cuando hablamos de salud holística nos referimos a la salud de todo el sistema: individuo, sociedad, planeta.

Si tenemos este cuidado holístico de nosotros mism@s, contribuiremos al refuerzo de nuestro sistema inmunitario, lo que es extraordinariamente importante, ya que es el sistema inmunitario nuestro defensor que nos protege de elementos que puedan alterar nuestra salud individual, y si nosotros estamos bien, irradiaremos luz, paz, amor y bienestar en nuestro entorno.

 

Ramon V. Albareda
Teólogo, Psicólogo y Sexólogo
Creador y asesor de ESTEL, Centro de Crecimiento Personal y
Escuela de Estudios Integrales
Co-creador del enfoque llamado Transformación Holística
y de una de sus aplicaciones, la Sexualidad Holística